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Hace menos de una semana reuní a un grupo de mujeres para cantar el cambio. Compartimos una mañana de música, de reflexión y de comunidad con un objetivo: seguir luchando por el cambio. (https://www.youtube.com/watch?v=cttj5q-pFcc)

Unos pocos días después me encuentro sola en casa. Con conciertos cancelados, clases suspendidas, reuniones pospuestas… y sigo viendo nuestro vídeo del 8 de Marzo. Sigo viendo un vídeo que decidí grabar para mostrar que en comunidad sí se puede. Que cuando entiendes que hay más personas a tu alrededor y simpatizas, el cambio es una revolución.

Me entristece ver, una vez más, cómo el gremio de la música se llena de comentarios insultantes, pesimistas y quejosos a cerca de la pandemia que estamos viviendo con el coronavirus. Por supuesto que no es una actitud exclusiva de la escena musical ni estoy generalizando a que todas las personas que pertenecemos a ella somos así. Para nada. Tengo la suerte de rodearme de gente con un sentido común más empático que el de otras veo. Hablo de esas personas que no paran de publicar en redes sociales lo mucho que les perjudica a ellas personalmente esta situación. Y me revuelvo. ¿Habéis pensado que hay gente que seguro que está mucho peor? ¿Habéis pensado que estas medidas se toman por alguna razón? ¿Habéis mirado algo hacia fuera en lugar de relamemos vuestras egocéntricas heridas? 

Esa actitud de tantas y tantas personas que consiste en criticar lo mal que hacen las demás todo y lo muy afectada que estoy yo, ya cansa. Es como la persona que tiene mal perder y decide echar contigo un tenis (por poner un ejemplo). Al cuarto de hora minutos de estar aguantando berrinches, gritos y rabia te cansas. Entonces la persona frustrada con el juego te dice: “pero no es contigo, es conmigo por fallar y jugar tan mal. No sé cómo puedo fallar bolas tan fáciles”. Ya sé que no es conmigo con quien estás directamente enfadada. Pero es a mí a quien afecta directamente tu enfado; soy yo quien lleva un rato incómoda porque el juego ya no es divertido. Además, de manera indirecta, ¿por qué tienes que hacerme sentir que yo juego mal? ¿Por qué eres tú quien que falla? ¿No crees que existe la posibilidad de que yo juegue bien? ¿No crees que, a lo mejor, yo estoy teniendo mejor juego que el tuyo? No. La persona egocéntrica no ve más allá. Sólo ve cómo le afectan a ella las cosas.

En estos momentos hay que salir de nuestros ombligos y arrimar el hombro. Ese juego sucio y disuasorio de echar balones fuera ya lo hacen continuamente los políticos. Por culpa de ellos: gente codiciosa, egoísta y egocéntrica es que estamos hoy así. Si en lugar de haber estado este tiempo señalando lo mal que hacen las cosas los otros partidos hubiesen pensado en medidas que protegiesen y apoyasen a la ciudadanía, la situación sería muy distinta.

Una vez más, como ocurre siempre que hay un acontecimiento importante, el pueblo es quien resuelve. Las personas de a pie somos quienes nos ayudamos, empatizamos y nos hermanamos. Generamos comunidades donde encontrar apoyo, cariño, solidaridad, fuerza. No perdamos eso jugando a ser egoístas, superficiales y egocéntricas. Estas semanas van a suponer un esfuerzo muy grande para todas las personas que vivimos en esta ciudad. Un esfuerzo personal, monetario, de salud… 

¿Qué os parece si pensamos mejor en qué podemos aportar en lugar de: de qué me puedo quejar?